En días recientes, tuve la oportunidad de escuchar un mensaje de parte de
un joven con mucho talento y muy dedicado a Dios y a su obra; en el mismo, este
vigoroso predicador exhortaba sobre la marca, enfatizando sobre seguir la senda
antigua.
En su efusivo mensaje, observaba el arrojo que este tenía para exponer de
una manera tan inteligente sus ideas y la seguridad con que las presentaba, al
punto de profesar tener toda la razón en sus interpretaciones bíblicas, e
incluso, ufanándose de conocer las Escrituras, como ninguno de los presentes.
En su sermón, pude observar que él entendía que la mayoría de nuestras
iglesias y predicadores están fuera de la gracia de Dios, que los que tienen
yipetas es porque han vendido el mensaje de la sana doctrina. Pregonaba respeto hacia los líderes, al
tiempo que desautorizaba a sus líderes conciliares, incluyendo a quienes estaban
presentes (a uno de ellos, públicamente le corrigió que convocara grupos,
incluyendo de pantomimas, porque las tales eran del diablo).
Este joven evangelista, condenó enérgicamente a las mujeres que usan algunas
joyas, así como también a quienes se habían casado por segunda vez, alegando
que el que quede solo, por alguna razón que no sea la muerte, este tenía “guayar
la yuca” por el resto de su vida.
Meditaba en su mensaje, porque hay que reconocer que lo expuso con mucha
intensidad y cargado de muchas verdades importantes, que tomadas en cuenta, el
testimonio cristiano fuera de mucha mayor calidad en nuestros días. Planteaba la necesidad de servir a Dios con sinceridad
y pureza, dejando a un lado toda vida pecaminosa en jóvenes y adultos,
denunciando el adulterio virtual del que muchos están siendo víctimas, a través
de las redes sociales; de una forma ilustrada, presentó, como muchos se ven
bien por fuera y por dentro están podridos; lo cual es una gran verdad que
necesita ser predicada con más frecuencia.
En mi reflexión, pude ver en él, un polo positivo: un gran hombre de Dios y
con un talento extraordinario para predicar la Palabra de Dios, de esos que
hacen falta en estos tiempos cargados de mucho relativismo moral, lo cual es el
polo positivo que identifico; además, de ser un joven apasionado por Dios y
dedicado a la oración.
En mi abstracción, como polo negativo, tengo que confesar que me duele ver
tanto talento con consideraciones tan legalistas, con tanta obcecación que
dijo: “nunca cambiar la doctrina que aprendió y que si su pastor cambiara
alguna enseñanza de las que le enseñó, a este lo reprendía”; sin dudas, una posición
muy subjetiva, porque, si bien es cierto que debemos ser firmes en lo que
creemos, tampoco debemos rayar en la necedad de creernos saberlo todo y estar
en la completa verdad en todos nuestros postulados.
Mayor fue mi desconcierto, al escuchar del pastor, aplaudir todos su
planteamientos y pavonearse de que no le da el púlpito a “cualquiera”, lo cual está
bien por él, con la salvedad de que le preocupa más los atuendos en las mujeres
que la Palabra de Dios bien planteada. Y
al público presente, que aplaudía de manera muy efusiva toda la propuesta del bisoño
predicador, disfrutando que éste les insinuara que no saben ni siquiera buscar
un libro de las Sagradas Escrituras.
De todas formas, admiro y respeto a éste y todos esos jóvenes talentosos
que, con tanta seguridad y tesón, dedican su vida a Dios a predicar el
evangelio de Jesucristo, aunque lamento que inviertan más energía en condenar,
en vez de restaurar.
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